Pese a las disposiciones del Ordenamiento de 1471 y Cortes de la Puebla de Santa María de Nieva, fechadas en 28 de octubre de 1473 nos encontramos con blancas fabricadas por muchos fuera de las cecas oficiales, cómo la de ceca A, atribuida a Ávila.
Los Reyes Católicos, al encontrarse con esta situación de la moneda de vellón, que existía en tan gran cantidad, hubieron de darle curso legal, regulando los precios de las monedas de oro y plata en maravedís, o sea en blancas de vellón, y así, en la Carta fechada en Segovia en 20 de febrero de 1475 dieron valores a varias de ellas (por ejemplo, el Real en treinta maravedis e tres blancas un maravedi de las que fueron fechas e labradas por mandado del Señor Rey Don Enrique nuestro hermano, cuya anima Dios haya, en cualquier de las sus seis casas de moneda, e las otras blancas, o las pagadas cortar, o valan seis dellas un maravedi; e para todo esto pongades e nombredes vuestros veedores, e sobre todo ello fagades vuestras ordenanzas como enterdierdes que mas utile sea para la guarda dellas«, etc.
Todavía en las Cortes de Madrigal, fechadas en 27 de abril de 1476 (petición 31), fué pedida la unificación de los precios de las monedas de oro y de plata que corrían con muy diversos valores y se volvieron a dar los valores del real por 30 maravedis «e tres blancas un marauedi e non más«.
Las blancas de vellón se fueron consumiendo y al escasear se originaron grandes dificultades para el comercio al menudeo. Para remediarlas, los procuradores de las ciudades pidieron a los reyes, en 6 de febrero de 1480, que se labrara «moneda menuda, porque con la moneda tan gruesa los pobres reciben fatigas«. Sin embargo, en las Cortes de Toledo del 15 de junio de dicho año, no figura esta petición. Se conoce, en cambio, un Ordenamiento de Toledo, fechado en 28 de enero de 1480, sobre el valor de las monedas en el que fué evaluado el real de plata en 31 maravedís y cada maravedí en tres blancas, con lo cual, desde el cuarto de real, que era la moneda más menuda de la emisión de 1475 y que valdría 24 blancas y 114 de blanca, hay un gran salto a la blanca circulante de don Enrique IV, y justificaba la necesidad de monedas intermedias. Quizás esta sea la razón del punzonado de la moneda de vellón. Podemos, por tanto, afirmar que la circulación de vellón entre 1475 y 1497 se nutrió de las piezas oficiales y de las que habían sido acuñadas fuera de las cecas oficiales y consideradas falsas por Enrique IV. Estas últimas se mantuvieron en circulación, aunque con su valor nominal reducido por orden de los monarcas.
Hay constancia de la imposición de numerosas marcas sobre la moneda de vellón de Enrique IV en la primera etapa del reinado de los Reyes Católicos, la comprendida entre el momento de su acceso al trono y 1497. Es opinión extendida entre la mayor parte de los investigadores que en esos años no se emitió moneda de vellón, con el objeto de consumir las grandes cantidades que de él existían en circulación como consecuencia de las masivas emisiones realizadas en época de Enrique IV. Sobre algunas de las piezas heredadas del reinado anterior se estamparon resellos, cuya finalidad y objeto no ha sido claramente establecido, si bien constituyen clara muestra de una política monetaria firme, decidida y unitaria. Para León España, los marcadores serían continuadores de los veedores establecidos por Enrique IV, de acuerdo a una carta fechada el 30 de julio de 1474, cuyo objetivo sería agujerear o cortar toda moneda considerada falsa o de mala ley. Por tanto, su actividad, reflejada en las piezas objeto de punzonado, sería el resultado de una política consciente de los Reyes Católicos, cuya intencionalidad no está clara, pero en la que parece subyace una razón económica.
Maravedí de Medina del Campo. Colección «Carmunia»
Finalmente señalar, que no se conocen otras disposiciones sobre vellón anteriores al año 1497, en que se dió la famosa Pragmática de Medina del Campo, fechada en el día 13 de junio, y en la que se mandaron labrar blancas de vellón de ley de siete granos de plata en marco y con talla de 192 piezas, valiendo dos de ellas un maravedí, y un real, 34 maravedís o 68 blancas y en esa proporción los medios, cuartos y ochavos de real que se mandaron acuñar.
Bibliografía consultada
Beltrán, Pío «El vellón castellano desde 1474 a 1566»
De Santiago Fernández, Javier «Trascendencia de la política monetaria de los Reyes Católicos en la España Moderna»